Conoce en el municipio de Calnali, Hidalgo, uno de los carnavales que aún conserva danzas y tradiciones con toques mestizos pero de notables raíces prehispánicas.
Por: Alfredo Martínez Fernández
El sonido del cuerno y el tambor abren la brumosa y húmeda mañana en
Calnali, escondido entre la Huasteca hidalguense. El ambiente
de fiesta se siente en todos los barrios del pueblo mientras los participantes
arreglan los últimos detalles de sus disfraces, y la música de las bandas de
viento se escucha entre las callejuelas y afuera de las casas. Todo está listo
para dar inicio a la gran fiesta de carnaval. Una de las
riquezas más grandes de nuestro país son sus fiestas, donde el colorido, la
música y los diversos platillos encierran profundos significados religiosos,
mitológicos y mágicos.
Todo este folclor es producto de un sin fin de mezclas y adaptaciones
históricas así como de un celoso cuidado de las costumbres, tradiciones y
creencias heredadas del grandioso mundo prehispánico. Con la
Conquista, las fiestas y las danzas precortesianas se mezclaron y fundieron
con elementos hispanos, y tal sincretismo benefició a los religiosos en su tarea
de evangelización. El carnaval es un ejemplo de esta fusión cultural, y es una de
las celebraciones más importantes del pueblo mexicano.